18 de septiembre de 2013

Lebensraum

"Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño" Friedrich Nietzsche

Lebensraum, término alemán que significa espacio vital, es una teoría creada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904) influido por el naturalismo y por tesis deterministas del siglo XIX. Ratzel estableció una relación básica entre espacio geográfico y población, indicando que la existencia y desarrollo de un Estado sólo es posible cuando disponga del suficiente ámbito territorial para atender a las necesidades de la misma. Es el argumento teórico a una política imperialista de expansión.

La historia de la humanidad está plagada de conflictos basados en esta causa. La teoría del Lebensraum fue empleada por la Alemania nazi del Tercer Reich para apoyar su política expansionista. Según Hitler, la falta de espacio vital frustraba el potencial de Alemania, por consiguiente, tenía que apoderarse de la base económica y agrícola necesaria para su crecimiento.


Expansión alemana 1936-1939. Fuente: ww2diario.blogspot.com




Adolf Hitler y el Partido Nazi aprovecharon los enormes problemas económicos de Alemania y el desánimo de su población para ir aumentando su cuota de influencia. Pero, pese a su poder de oratoria y los métodos expeditivos e intimidatorios de sus miembros, si no hubieran existido banqueros y grandes empresarios que les respaldaran económicamente, nunca hubieran alcanzado el poder. Si bien es cierto que la Segunda Guerra Mundial fue un enfrentamiento de ideologías políticas, el motivo subyacente era un conflicto de recursos.

Al otro lado del mundo, Japón avanzó rápidamente hacia la industrialización. En 1937 una mayoría de sus habitantes vivían en ciudades. Al igual que su modelo occidental que era Gran Bretaña, Japón no podía ser un gigante industrial sin importar materias fundamentales como petróleo, hierro, minerales, caucho, algodón, lana y madera. Sólo era autosuficiente en el caso del carbón gracias a las minas de Corea y Manchuria. Pero a diferencia de Gran Bretaña, los japoneses no disponían de ningún imperio del que pudieran extraer materias primas baratas. Para su desarrollo también necesitaban aumentar su espacio territorial.

Por tanto, la conquista y el mantenimiento de ese espacio vital requería de disponibilidad de materias primas y recursos energéticos. Y tal como sucede hoy en día, ningún recurso natural era tan esencial como los combustibles fósiles. El petróleo crudo era el ingrediente clave de la gasolina y los plásticos, mientras que el carbón alimentaba los hornos que producían acero y hacían girar las turbinas para generar energía eléctrica.

Los aliados ganaron la guerra porque disponían de combustibles fósiles y porque impidieron que las potencias del Eje se abastecieran de los recursos de los países ocupados. En vísperas del ataque japonés a Pearl Harbor, los Estados Unidos producían dos tercios del petróleo mundial, en gran parte porque podían extraerlo y suministrarlo a un precio que frenaba la competencia. Además, las compañías petroleras que no eran de propiedad norteamericana pertenecía a países aliados, ingleses y holandeses.

La Unión Soviética producía el 10% del petróleo mundial y lo usaba para sus propias necesidades, aunque sus reservas eran importantes. El resto de los productores reales y potenciales actuaba dentro de una esfera de intereses económicos dominada por la geografía anterior a la contienda y que favorecían a los aliados. Estas naciones eran México, Cánada, Venezuela, Irak, Irán y Arabia Saudita. Dos tercios de las existencias mundiales de carbón también eran controladas por el bloque aliado.

Alemania y Japón, que ya dependían del petróleo extranjero cuando entraron en guerra, hicieron uso o se apropiaron a medida que avanzaba el conflicto de los yacimientos petrolíferos de Rumanía, Rusia y las Indias Orientales Holandesas. Tanto los aliados como el Eje trataron de imponer el racionamiento del petróleo y el carbón a sus economías, haciendo experimentos con combustibles sintéticos que tuvieron cierto éxito. Sin embargo, el acceso casi ilimitado a combustibles fósiles permitió a los aliados ser los primeros en la producción de caucho sintético, plásticos y fibras sintéticas que sustituían materias primas escasas como el algodón y la seda, dos tejidos con importancia militar.

Campo petrolífero en Rumanía (1935) principal suminitrador de Alemania   


En el sector de los minerales estratégicos, el panorama era similar. Al comenzar la guerra, Alemania sólo tenía acceso considerable a cuatro de los veintiún minerales primordiales. Obtuvo otros seis cuando conquistó el oeste de Rusia. En cambio, la Commonwealth británica y los Estados Unidos, aún perdiendo inicialmente algunas zonas en favor de Japón, lograron mantener su dominio recurriendo a América Latina, donde las compañías anglo-norteamericanas controlaban la minería del cobre y el estaño. Además, Cánada y las colonias británicas en África ampliaron su producción de minerales.

Obviamente en una contienda de la dimensión de la Segunda Guerra Mundial, influyen varios factores desencadenantes. Tenemos la perspectiva que nos da el tiempo para analizar minuciosamente todos y cada uno de los detalles de la historia, pero no podemos creer que somos superiores en inteligencia y civismo a la población de la época. Cuando no se cubren necesidades primordiales el pueblo es manipulable. Lo era antes y lo es ahora.

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